El Sitio de los Dólmenes de Antequera fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial por el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO en julio de 2016. Está formado por tres monumentos megalíticos y dos monumentos naturales, siendo el primer bien malagueño y conjunto megalítico español declarado Patrimonio Mundial.
Construidos con enormes losas de piedra, los tres monumentos megalíticos incluyen dos dólmenes con techos adintelados, conocidos como el dolmen de Menga y el dolmen de Viera. El tercer monumento es el tholos (tumba circular) de El Romeral. La Peña de los Enamorados y El Torcal de Antequera son los dos monumentos naturales.
El dolmen de Menga se levantó hace 6.000 años y representa una de las cumbres de la arquitectura adintelada en la Prehistoria de Europa. Único en la utilización de pilares internos, la creación de un espacio asombroso en su interior lo hace único e incomparable con otros casos del Megalitismo europeo. En él se distinguen tres zonas: un atrio, un corredor y una gran cámara funeraria, aunque la diferencia entre los dos últimos espacios está muy poco definida. El conjunto alcanza una longitud de 27,5 m y se cubre con un túmulo (montículo artificial) de 50 m de diámetro. De las 33 enormes losas verticales (ortostatos) y horizontales (cobijas) que componen el dolmen de Menga, destaca la que cubre la cámara funeraria con un peso de unas 150 toneladas. Su traslado desde una cantera ubicada en las inmediaciones del dolmen es casi inimaginable. En 2005, se descubrió un profundo y estrecho pozo situado en el último tramo de la cámara funeraria. Existe un debate continuo sobre su origen, cronología y función. En el solsticio de verano, a las siete de la mañana, la luz del sol atraviesa el dolmen y llega hasta la cámara final. El dolmen de Menga es el único dolmen en la Europa continental que se orienta hacia el noreste. Mirando hacia la Peña de los Enamorados, su eje confluye con esta peña en un lugar conocido como el Abrigo de Matacabras, que alberga pinturas rupestres de estilo esquemático.
La Peña de los Enamorados es una formación natural de gran prominencia y significación cultural. Elevada 878m sobre el nivel del mar, su singular morfología recuerda al perfil de un rostro yacente mirando al cielo. Su nombre procede de una leyenda tardomedieval sobre el amor imposible entre Tello, un muchacho cristiano, y Tagzona, una joven musulmana, que tuvieron que mantener su relación en secreto debido a la diferencia de raza y credo. Cuando su amor fue descubierto, Tello fue apresado y mandado ejecutar, pero Tagzona consiguió liberarlo. Ambos huyeron y se ocultaron en una cueva de la Peña, pero al ver que los guardias se aproximaban, la pareja decidió sellar su amor para siempre, arrojándose al vacío.
Con aproximadamente 5.500 años de antigüedad, el dolmen de Viera es otro ejemplo excelente de la arquitectura adintelada. Este sepulcro de más de 21 metros contiene un corredor de 19 metros, al final del cual se dispone una cámara cuadrangular en la que eran depositados los cadáveres y sus ajuares. Edificado con grandes bloques de piedras perfectamente cortados, de una cantera cercana, este dolmen está orientado hacia el sureste, por lo que responde a los patrones estándares europeos. Este hecho posibilita que, en los amaneceres de los equinoccios de primavera y otoño, los rayos del sol inunden su cámara sepulcral.
La construcción del tholos de El Romeral data del 1800 a.C. La falsa cúpula de un tholos se construye colocando hiladas de piedras en círculos concéntricos convergentes hasta clausurar el vano superior con una gran losa. Esta técnica, que no emplea ningún tipo de argamasa, se utilizó para crear las dos cámaras funerarias con las que cuenta este dolmen. En el interior de este monumento, un largo corredor desemboca en una gran cámara funeraria de planta circular. De aquí, parte un segundo corredor mucho más pequeño, que da acceso a otra cámara de reducidas dimensiones. El conjunto se cubre con un túmulo grande de 75m de diámetro. Mirando hacia el Camorro de las Siete Mesas, la mayor elevación rocosa de la sierra de El Torcal, El Romeral es uno de los poquísimos ejemplos en la Península Ibérica de orientación a la mitad occidental del cielo. En el mediodía del solsticio de invierno, la luz del sol penetra hasta su segunda cámara sepulcral.
Antequera cuenta con uno de los paisajes kársticos más bellos e impresionantes de Europa: El Torcal. La acción erosiva de la lluvia, la nieve y el viento ha ido moldeando las rocas hasta formar un museo de esculturas naturales, que se pueden explorar a través de sus senderos y rastrear antiguas culturas. El paisaje está constituido predominantemente por calizas que tuvieron su origen en el fondo marino durante el periodo jurásico, hace más de 150 millones de años, y que han emergido lentamente a la superficie. A merced de los elementos, se han formado curiosas siluetas y estructuras. La diversa flora de El Torcal incluye plantas como el espino y la hiedra, y árboles como el roble salvaje, el fresno de montaña y el arce. Los efectos de la altitud y el clima son manifiestos, y la presencia de varias especies endémicas es testimonio del valor ecológico de estas sierras. En cuanto a la fauna, al menos 82 especies de ave han sido registradas en el parque, además de 22 especies de mamíferos y 12 de anfibios y reptiles. Es habitual la presencia de topillos, pero de más difícil localización son el zorro, el tejón, la comadreja y la cabra. Entre las aves, podemos destacar el águila real y el halcón peregrino.