Torre de Hércules. La Luz del Atlántico.
La Torre de Hércules es un faro romano todavía en activo, construido, quizás, en el período que va de Claudio a Vespasiano y restaurado para recuperar su función de ayuda a la navegación, durante el reinado de Carlos III. Precisamente en esto reside su Valor Universal Excepcional, en que es el único faro romano del mundo que se conserva en pie y que continúa funcionando en la actualidad.
A ello se añade que la Torre de Hércules es un caso paradigmático de intervención arquitectónica en un monumento de la Antigüedad. Esto último se refiere a la restauración del siglo XVIII, realizada por Eustaquio Giannini, por orden de Carlos III, quien aplicó criterios científicos en la restauración, manteniendo su autenticidad y demostrando así un respeto total por la integridad del faro.
La Torre de Hércules es Patrimonio Mundial desde el 27 de junio de 2009, después de un largo proceso en el que, indudablemente, las administraciones públicas tuvieron un papel de gran importancia, aunque la consecución fue más bien el empeño personal de un admirador de la Torre, el doctor José Luis Vázquez Iglesias, el recordado “Manito”, que no llegó a ver su obra culminada, pero que sin embargo, junto con Segundo Pardo-Ciórraga, fundó el Instituto de Estudios Torre de Hércules con el objetivo de conseguir que la torre fuera Patrimonio Mundial, iniciativa en la que se volcó no sólo la ciudadanía coruñesa, sino Galicia entera, con inusitado entusiasmo.
Algunas características que la hacen peculiar:
La Torre de Hércules tiene una zona de protección de 47 hectáreas declarada Espacio Natural de Interés Local, donde hay además una colección de esculturas contemporáneas vinculadas temáticamente con ella. Esta zona está poblada con obras tan importantes como las producidas por Pablo Serrano, Francisco Leiro, Manolo Paz o Tono Correa Corredoira, por mencionar sólo algunos escultores. Esta característica propicia el diálogo entre patrimonio natural, patrimonio histórico y patrimonio contemporáneo.
El monumento alberga en sus entrañas un yacimiento arqueológico excavado en los años 90 que ha permitido confirmar algunos aspectos de su historia, como su origen de mediados del siglo I, la existencia de una primitiva rampa helicoidal a través de la cual se llegaba hasta la cima del faro y la existencia también de un muro perimetral que la sostenía, asuntos que antaño crearon controversia.
El faro coruñés es quizás el único monumento de época romana que cuenta con la firma de su arquitecto a los pies, Gayo Sevio Lupo, lusitano, que desde Aeminium (Coimbra) llegó a lo que hoy conocemos como A Coruña para construir una torre de la que tan orgulloso se sentía que la ofreció al dios Marte, en cumplimiento de una promesa.
La Torre ha tenido muchos nombres, pero el actual se lo debemos a un rey sabio, Alfonso X, que eligió la torre y su entorno como campo de batalla para situar la lucha que sostuvieron Hércules y Gerión, el buen y el mal gobierno enfrentados y la Torre rebautizada, como testigo de la nueva era y del origen divino de la monarquía, más allá del dios judeo-cristiano. Según la leyenda, la cabeza de Gerión, vencido por Hércules, yace bajo los cimientos de la torre.
Del mismo modo que Gayo Sevio Lupo, un ingeniero militar, Eustaquio Giannini dejó su firma, para que quedara constancia de que si la Torre llegaba hasta hoy era por su labor, inédita para el siglo XVIII, de rehabilitarla con criterios técnicos propios de la modernidad, con el asesoramiento histórico de un ilustrado, Joseph Cornide Saavedra y controlando hasta el último céntimo, según consta en la documentación que conserva el Real Consulado de A Coruña, asiento por asiento y factura por factura.
El medioambiente y paisaje
El medioambiente y el paisaje son muy importantes para la Torre de Hércules, habida cuenta de que cuando se decide instalar un faro es más que evidente que hay una interacción con un entorno natural que es de alguna manera hostil que hay que intervenir para facilitar la vida y las actividades de las personas que habitan el territorio o que transitan por él.
La Torre está en un saliente rocoso de la costa ártabra conocido como punta Eiras. Se construyó allí para señalar la entrada al puerto de los Ártabros y para abrir caminos hacia el norte de Europa y hacia las islas británicas. Desde el día mismo en que se comenzó a construir, el paisaje se modificó y con el correr de los siglos el perfil del faro se consolidó como imagen de la costa atlántica en el NO peninsular.
Nuestros visitantes -que llegan desde los lugares más recónditos de la tierra- admiran el faro, pero también quedan abrumados por la belleza del paisaje y por la fuerza de la naturaleza, que en nuestra costa se manifiesta a través del viento, de la niebla que brindan imágenes absolutamente mágicas y de los pequeños seres alados que inundan el paisaje, venidos desde tres espacios vecinos de la Red Natura 2000 y de la Reserva de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo.
Desde el siglo XV la Torre de Hércules es identificativa de la ciudad de A Coruña, es un icono que se repite constantemente, en cartas, escudos, emblemas, etc. Hoy se puede decir que la ciudad está “herculinizada”. Nombres de calles, de comercios, de empresas hacen que la Torre de Hércules esté absolutamente presente en la vida local, a veces hasta límites poco imaginables, como si se la llevara a flor de piel.