Un rebaño de 339 ovejas pastará durante los próximos dos meses en las 55 hectáreas de olivar propiedad del Patronato
Un rebaño de 339 ovejas roja levantina pasta desde esta semana en la zona de olivar de la Dehesa del Generalife, una actividad que la Alhambra consolida tras su recuperación en 2017 para proteger el patrimonio paisajístico cultural de la zona. Así lo ha destacado la directora del Patronato de la Alhambra y Generalife, Rocío Díaz, durante su presentación, protagonizada este año por el pastor José Jiménez, que ha recorrido por caminos rurales y una histórica vía pecuaria los más de diez kilómetros que separan el cortijo de Corvera, en el municipio granadino de Alfacar, de la Dehesa del Generalife.
En compañía de los delegados de Cultura y Patrimonio Histórico y Desarrollo Sostenible en Granada, Antonio Granados y Manuel Francisco García, respectivamente, Díaz también ha explicado que el pastoreo redunda en beneficio del mantenimiento del propio cultivo del olivar al favorecer la fertilización extensiva de la superficie, y minimiza el riesgo de incendios porque permite la limpieza ecológica y natural.
El aprovechamiento ganadero encaja, según han subrayado tanto la directora del Patronato de la Alhambra y Generalife como los delegados provinciales, en los criterios de gestión patrimonial responsable y sostenible que persigue la Alhambra e implica un apoyo significativo a una actividad que tiene carácter histórico, importantes valores etnográficos y contribuye al desarrollo de zonas rurales.
El rebaño se ha situado en la parte más alta del Cerro del Sol, por encima de las Huertas medievales del Generalife, los Alijares y la Silla del Moro, en un paraje cercano a los restos arqueológicos del Palacio de Dar al-Arusa, y ahí permanecerá durante los próximos dos meses en una superficie de 55 hectáreas propiedad del Patronato de la Alhambra y Generalife, de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico. Un traslado que se ha planteado como una muestra de respeto a las pautas históricas de la trashumancia, práctica inscrita por la Unesco en 2019 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.